"Escucha Hermano, Hermana"

02.06.2013 17:39

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Etiqueta 12

Cuando empezamos a notar que algo no está funcionando bien en nuestra vida en el aspecto material, físico, sentimental o emocional de acuerdo a las expectativas que nos forjamos en nuestra familia, en el trabajo o profesión, en lo social, o en nuestra fe en función de nuestros logros materiales, es cuando comenzamos a cuestionarnos: ¿con qué propósito hemos puesto nuestro mejor empeño en el afán de conseguir con esfuerzo, trabajo, sacrificio, o con otros medios, todo lo que necesitamos para satisfacer las necesidades en nuestra vida personal y familiar, y de ser posible, obtener aún mayores logros para no tener preocupaciones de ninguna especie.?
¿Con qué propósito?, si cuando miramos con cuidado nos damos cuenta de que todo ese afán nuestro por tener cada vez mayores logros materiales, alcanzados o no, lo que hemos conseguido no es ni remotamente lo que habíamos esperado de ese esfuerzo, y si queremos empezar a reflexionar como creyentes en Jesús sobre lo que ha pasado con y en nuestra vida, empecemos por ubicarnos dentro de cualquier condición anterior, y si nos encontramos en la primera o tercera condición, esforcémonos en buscar al Yo-Soy, al Yo verdadero que realmente habita en nosotros, para que reconozcamos, que todo lo que necesitamos para vivir plácidamente en este mundo material en el que coexistimos todos con todo lo creado, en el cristiano, depende única y exclusivamente de la alimentación que reciba nuestro espíritu de acuerdo a las enseñanzas que Jesús nos regala a través del estudio y la meditación y la reflexión en su Palabra.
Dios puso a nuestra disposición las herramientas necesarias, para que por medio de ellas podamos encontrar y obtener poco a poco y mediante el uso adecuado de las mismas, el conocimiento espiritual positivo para encontrar respuestas a nuestras inquietudes personales, ya que por estar sumidos en nuestra conciencia tradicional, no nos hemos permitido conocer de nuestra consciencia espiritual en la forma correcta para saber que es ahí, el lugar exacto donde se nos permitirá encontrar y adquirir el conocimiento y la sabiduría que viene y proviene de Dios para ser aplicados en nuestras vidas.
Es nuestra responsabilidad poner en acción y en la forma correcta todas esas herramientas y facultades con las que Dios Altísimo nos proveyó para llevar a efecto su plan divino, el cual nos será revelado en toda su magnitud, cuando, a través de nuestro libre albedrío llevado a su nivel espiritual, se rinda nuestra voluntad a la voluntad de Dios, misma de la que solamente empezaremos a conocer, cuando, a través de nuestro espíritu, entremos a la frecuencia divina que nos conectará directamente con el Yo Soy Único y Verdadero para absorber todo lo que Él tiene para nosotros.
Así, pues, no es de ninguna manera casual que el hombre cuente con los sentidos propios de su condición humana natural y con todos los demás componentes de su ser, creados de una manera perfecta y con funciones que se antojan iguales a todos los seres de la creación, sólo que con la enorme diferencia de que al hombre lo dotó de facultades muy especiales, que hacen de él, el rey de la creación por decisión divina.
Estas facultades especiales, son dones naturales y dones espirituales que debemos poner a funcionar en el orden y propósito de Dios para ejemplo y bienestar de todos y podamos despertar en nuestros semejantes el interés por conocer más de nosotros mismos a través de la Palabra de Jesús para encontrar el camino original que Adán y Eva extraviaron al ser seducidos por la mentira del Tentador, por lo que, para recuperar el camino al Reino de Dios, deberemos de aceptar sin restricciones y sin desvíos la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo para recibir manifestaciones reales del Poder de Dios y empecemos a ser receptores y transmisores de ese poder en el Nombre de Jesús, es decir: a recibir y a dar todo lo positivo de Dios para el bien común, con lo cual recibiremos la provisión a todas nuestras necesidades materiales, y más aún, recibiremos todos, en forma abundante, de los dones espirituales del Reino de Dios. Si así lo queremos, deberemos seguir ese camino que nos llevará a realizarnos espiritualmente, y por añadidura, a realizarnos adecuadamente en este mundo material en el que vivimos.

 

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