"Escucha Hermano, Hermana"

02.06.2013 18:10

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Etiqueta 21

Debemos de recordar que las reflexiones aquí contenidas no son de ninguna manera para inducirlo a cambiar de religión o denominación, no se confunda, de lo que se trata es de ubicarnos donde debe correspondernos como cristianos para que tratemos de alcanzar el conocimiento que nos conduzca a la verdad de nuestra existencia en el orden y propósito de Dios.
Como sabemos, el ser humano se conforma de cuerpo, alma y espíritu, pero dado a que nos encontramos inmersos físicamente en este mundo material y materialista, por lo regular nos identificamos mentalmente con nuestro cuerpo porque es la parte de nuestro ser que se encuentra total y completamente en este mundo que habitamos, y como es la parte de nuestro ser que vemos y sentimos con mayor intensidad, pensamos que todo nuestro esfuerzo realizado en las distintas áreas de nuestra vida es para darle gusto a él, por lo que, para obtener todo lo necesario para vivir bien, regular o mal de acuerdo a los niveles de educación que recibimos en la familia, en la escuela, en el trabajo, en la religión, o en el medio en que nos desenvolvemos, tenemos que aprovechar al máximo todo ese conocimiento humano positivo y negativo al que hayamos tenido acceso para poder sobresalir en este mundo netamente material. Estos pensamientos son los que nos han hecho vivir en la ignorancia casi total acerca del conocimiento básico de nuestra alma y de nuestro espíritu, lo que ha ocasionado casi desde siempre, que nos desviemos del verdadero sentido, del verdadero orden y del verdadero propósito de Dios en nosotros, por lo que, esos pensamientos materialistas aunados a la ignorancia tradicional de la conformación real de nuestro ser semejante a Dios según las Sagradas Escrituras, son los que nos limitan en gran forma para entender, que nuestro cuerpo nunca podrá responder ni corresponder en la forma debida si desconocemos el orden que Dios dispuso en nosotros a las tres personalidades de nuestro ser y darles la verdadera importancia que se merecen, es decir, tenemos que tomar consciencia de ello para que en nosotros surja ese deseo enorme, ese ímpetu que nunca debimos perder, para intentar saber y conocer acerca de nuestra alma y nuestro espíritu, ya que al vivir en la ignorancia con respecto a ellos, estamos perdiendo la oportunidad de vivir plenamente nuestras vidas con tranquilidad, con paz, con prosperidad, con salud, con gozo, con amor, con fe, en fin, con el propósito para el que fuimos creados.
Interesémonos en conocer más de ellos, para que así dejemos de desperdiciar lastimosamente nuestras vidas y este mundo material en el que vivimos y que fue diseñado y construido para nosotros, y darnos cuenta, de que ese desperdicio que hacemos de él, se debe a que al imponer nuestra voluntad por medio de nuestro libre albedrío queda abierta la puerta de la mente del conocimiento material de hombre, que, volvemos a decirlo, nos ata y nos sujeta a vivir sin límites en este mundo tradicional y materialista; y lo que esto provoca es que no aprovechemos correctamente los beneficios que nos corresponden como la creación predilecta de Dios, por no querer perder esas vendas espirituales negras y gruesas que nos mantienen sumidos en la ignorancia tradicional del correcto orden en nuestro ser que Dios nos manifiesta, es decir, no queremos aceptar que nuestro ser deberá reconstituirse en espíritu, alma, y cuerpo, en ese orden, y que debemos estar dispuestos a conocer correctamente de ellos para alcanzar el camino que nos conduzca a conocer nuestra verdad existencial.
Se tratará, pues, de que a través de estas reflexiones tengamos una visión y una perspectiva más clara y amplia de lo que realmente es el orden y el propósito de Dios para el hombre en este mundo, en éste hermoso y maravilloso mundo en que vivimos y que fue creado para que disfrutáramos en él a plenitud en el Reino de Dios.
Reflexionemos ahora sobre lo que sigue para que nos vayamos ubicando en la comprensión de lo que aquí se trata de explicar para entrar en el conocimiento espiritual de las cosas de este mundo.
Cuando un nuevo ser humano nace, normalmente es un evento grandioso y maravilloso, tanto, que le damos gracias a Dios efusivamente, ya que por lo regular este evento nos llena de un auténtico orgullo a los que somos sus progenitores, puesto que en la gran mayoría de los casos se vislumbra la hermosa oportunidad que la vida nos da, de alcanzar, por medio de esa nueva y maravillosa criatura, las aspiraciones y los sueños que no pudimos realizar o los logros que no pudimos obtener por diversas razones o motivos, y estos pensamientos son los que nos impulsan a querer por todos los medios a nuestro alcance, de facilitar en ese hijo o hija, en esa nueva y tierna vida, en sus tiempos debidos, su desarrollo intelectual, para que la carne de nuestra carne, y sangre de nuestra sangre, tenga una visión y una preparación adecuada, que lo lleve, a través del tiempo, a alcanzar esos objetivos que nosotros, si ese es el caso, no pudimos alcanzar completamente. O por el contrario, si fuimos capaces de lograr lo que nos propusimos y la " suerte " nos ha sonreído, queremos que a esa nueva vida procreada por nosotros le sea más fácil alcanzar lo mismo, por lo que tratamos de poner mayor empeño a ese pensamiento que inunda nuestra mente para que se haga una hermosa realidad en nuestro heredero, para que tenga, inclusive, mayores logros que los que estamos obteniendo nosotros, por lo que también en este caso, trataremos de facilitarle el camino para la realización de esos objetivos.
Como podemos observar en cualquiera de los ejemplos antes descritos, nuestro interés primordial es el bienestar, más que nada, material, de ese pedacito de nuestra vida, y deseamos con fervor que todo lo que él emprenda se vea siempre coronado con el éxito, y para que esto suceda, trataremos de esforzarnos, de acuerdo a nuestras posibilidades económicas y sociales, para que él reciba una educación y una preparación familiar, social y académica adecuada, para que poco a poco y con la mayor facilidad posible, logre sobresalir en este mundo tan competitivo nuestro sobre la mayoría de la gente y se coloque en un lugar privilegiado que le de cierto poder sobre esa mayoría.
Así las cosas, empezamos a notar al correr del tiempo, que todos esos buenos deseos, que todos esos magníficos pensamientos que en nosotros renacieron junto con el nacimiento de esa nueva vida, se han ido modificando poco a poco, y tal vez sin que nos demos cuenta de ello, por situaciones y agentes extraños fuera de nuestro alcance, y esto se empieza a hacer notorio cuando vamos perdiendo el control en el comportamiento en ciertas áreas de la vida de nuestro hijo que se van presentando de diversas maneras. Esto comienza a suceder en cuanto nuestro hijo se encuentra de repente envuelto en ambientes notoriamente extraños y diferentes al entorno familiar o natural que le es conocido, lo que le va provocando poco a poco cambios en su conducta, lo que hace muy difícil que le demos a esa situación la importancia debida.

 

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