"Escucha Hermano, Hermana"

02.06.2013 18:16

/album/fotogaleria-escucha-hermano-hermana22/estrella-jc-jpg24/

Etiqueta 23

Normalmente nosotros como seres humanos pensamos que somos los únicos que podemos forjar el futuro con nuestras propias fuerzas aprovechando a lo máximo las enseñanzas que recibimos de cualquier manera en lo familiar, escolar, profesional, o en las diferentes actividades productivas en que nos involucramos, las cuales, al realizarlas con dinamismo, empuje, y verdaderos deseos de salir adelante, nos van arrojando resultados que nos acercan poco a poco a nuestro propósito material, lo que nos hace pensar que estamos ubicados en el camino correcto ya que nuestro entusiasmo es tan grande, que todo, a pesar de cualquier problema o circunstancia adversa, lo vemos de una manera tan especial, ya que creemos, que si estamos logrando lo que nos hemos propuesto, es porque Dios así lo ha dispuesto, y eso es lo que nos hace creer que todo lo que pensamos, decimos o hacemos está bien, por lo que la mayoría de las veces no aceptamos consejos de nadie, y mucho menos de las personas a quienes en verdad les importamos. Así que rechazamos toda observación en contra, observación que tal vez nos regresaría a la realidad para poner nuevamente los pies sobre la tierra y quitarnos todo ese humo, todas esas tinieblas que nublan nuestra mente espiritual, ya que no queremos que se nos diga, que todo lo que hemos logrado hasta ahora, nuestros éxitos, nuestros tropiezos, y por qué no decirlo, hasta nuestras pequeñas derrotas en la batalla de la vida, no son sino sólo la forma de prepararnos para entender, que en nuestra existencia todo tiene un orden y un propósito, pero un orden y un propósito divino, no es esa lucha diaria que en el mejor de los casos, sirve para demostrarnos a nosotros mismos y demostrarle a los demás lo que según nosotros valemos, ya que la identificación que buscamos a través de nuestros logros mundanos, de nuestro acervo cultural, y de nuestra actitud de autosuficiencia, sean las que sirvan de referencia para que se nos reconozca en este mundo en el que vivimos; pero, si permitimos y dejamos que nuestro libre albedrío libere la puerta de nuestra mente espiritual, nos daremos cuenta, de que de ese orden y ese propósito divino que no queremos conocer, es el que haría que escucháramos de aquellos, que verdaderamente desean nuestro bienestar, las observaciones hechas en contra de nuestras actitudes para poder analizarlas, y en su caso, rectificarlas para que así pueda haber un cambio positivo en ellas, eliminando ese desprecio y ese rechazo a todo lo que nos sugiera que no estamos tan bien como creemos estar.
Si después de estas reflexiones seguimos rechazando cualquier observación contraria a como pensamos o actuamos en forma personal, entonces definitivamente estamos preparándonos, estudiando, luchando, sacrificándonos y trabajando con nuestras propias fuerzas, sin aceptar intromisiones de nadie, tratando de alcanzar todo lo que nos propusimos con nuestros propios medios, y si estas fuerzas nos alcanzan, puesto que por lógica son limitadas ya que no sabemos hasta dónde o hasta cuándo contaremos con ellas, probablemente tendremos grandes logros y enormes satisfacciones, aunque también por lógica, nunca serán completos, pues estaremos tan inmersos y ocupados en nuestros asuntos, que siempre nos hará falta algo que quizá no alcanzamos a definir o no queramos hacerlo, para ocultarnos a nosotros mismos, que el interés que hemos puesto en nuestro desarrollo material y mental tradicional, nos ha hecho descuidar en gran manera de lo que ahora carecemos, y que puede ser paz, tranquilidad, comprensión, consideración, respeto, comunicación, o algo mucho más importante, nos falta amor, amor de nuestros semejantes, de nuestros familiares o tal vez de nuestros hijos, o peor aún, de nuestra pareja, o más peor aún, sentimos que carecemos del amor de Dios, porque a pesar de haber logrado o no nuestros proyectos, lo sentimos tan alejado de nosotros que hasta dudamos de su existencia.
¿Por qué sucede esto? Aunque usted no lo crea, sucede por ceguera que nos hace ignorantes, porque aún como cristianos, no queremos ver más allá de lo que nos han marcado las religiones o denominaciones religiosas tradicionales, y cuando nos decidimos a hacerlo, nos cerramos casi por completo a ese conocimiento porque en lugar de tratar de encontrar el significado espiritual a lo que nos sucede, queremos razonarlo en la forma en que estamos acostumbrados, y por supuesto, empezamos a cuestionar todo o casi todo de lo que recibimos que no vaya muy de acuerdo a ese razonamiento, lo que nos convierte después de ciegos e ignorantes, en unos verdaderos necios. Esas fuerzas negativas son las que nos han mantenido con vendas negras mágicas en nuestros ojos espirituales para no ver y no dejar que entre a nuestra alma la Luz, esa luz que nos iluminaría y que nos libraría de esas vendas que nos impiden ver y disfrutar de todo lo bello y positivo que el Creador a puesto a nuestra entera y completa disposición en este mundo en el que actualmente, y que en forma por demás lastimosa estamos desaprovechando. Así que debemos decidirnos para conocer, entender y comprender el plan de Dios en usted y en mí, quitándonos esas vendas negativas que nos conducen y nos obligan inconscientemente a trabajar, a superarnos y a ser mejores con nuestras propias fuerzas que nos atan y nos sujetan a este mundo tradicionalmente materialista, impidiéndonos reconocer que existen otras fuerzas, fuerzas espirituales de Dios de las que nos podemos sujetar firmemente para que entonces sí, tengamos el poder y la fuerza que se necesita para conseguir, en el orden y para el propósito de Dios, todo lo que nos corresponde como su creación predilecta. Pero es necesario conocer, entender y comprender cual es el camino recto, sin desviaciones de pedirle a Dios para quitarse de una vez y para siempre esas terribles vendas en nuestra mente, pues solamente así, Dios nos hará partícipes de su Poder para vivir en plenitud con sus Fuerzas, mismas que no conocen límite y que nos permitirán en forma armoniosa y rítmica, cumplir con su plan en su orden y su propósito para nosotros.
Veamos, uno de los valores fundamentales en la vida de cualquier ser humano, es sin lugar a dudas la autoestima, ya que si a éste valor humano no le damos la importancia que requiere, no encontraremos la verdadera estima al ser espiritual que proviene de Dios, estima que la gran mayoría de nosotros cambiamos por la estima de nuestros semejantes, lo que nos impide de una forma egoísta tener acceso al mundo espiritual de Dios para poder hacer nuestras todas las promesas y todos los Dones espirituales con los que El nos quiere proveer para realizar nuestras actividades correctamente en los medios en que nos desenvolvemos, pero al vivir como lo venimos haciendo en la actualidad, muchos de nosotros no nos valoramos en la forma en que deberíamos hacerlo, es decir, aceptando nuestros defectos, estando conscientes de que debemos trabajar positivamente en ellos para irlos desterrando poco a poco de nuestras vidas, y al mismo tiempo, reconocer de manera humilde, nuestras virtudes, para que al decidir hacerlas crecer, encontremos el camino que nos lleve a conocer la verdad de nuestra existencia, y de esta manera evitar limitar por flojera o ignorancia, el desarrollo natural correcto y adecuado de nuestras aptitudes positivas y de nuestros conocimientos en general para poder aplicarlos en donde tienen mayor valor, así como también la comunicación generosa de nuestra inteligencia natural con la inteligencia espiritual, y por supuesto, de la semejanza con Dios que deberíamos proyectar a los demás. ¿Por qué permitimos limitar la fluidez constante en nosotros de todos esos dones y poderes que nos harían estar en posición de ir logrando poco a poco a reconocernos verdaderamente como imagen y semejanza de Dios? Para contestar esto, diremos que es verdaderamente importante y por lo mismo necesario, revisar en nuestra concepción interior que tanto o que clase de valor le damos a la autoestima que nos pertenece, para saber a través de esta reflexión, que tan valientes somos para reconocer hasta dónde y en que partes la hemos descuidado, y ver que áreas de ella necesitan desterrarse porque hemos sucumbido a las influencias negativas a las que estamos expuestos constantemente, y así, tomar consciencia de ello y estar dispuesto a cambiarlas positivamente para elevar nuestra autoestima. Por eso deberemos tener mucho cuidado para no sobrevalorarnos ni negativa, ni positivamente para no predisponernos a la autodestrucción ni a la vanagloria, puesto que ambas situaciones son de las que mayor daño hacen al ser humano, por lo que si creemos tener la capacidad y sobre todo el valor suficiente para aceptar cualquiera de estos casos y tratamos de corregirlos, estaremos en el camino de la realización personal plena.
Partamos de la base de que todos somos capaces de lograr lo que nos proponemos por muy difícil que parezca, siempre y cuando pongamos el empeño y el esfuerzo suficiente para conseguirlo. ¿Cómo lograremos esto? En realidad pareciere que no es muy difícil de hacerlo, ya que tenemos en nuestro cuerpo el más sofisticado y perfecto mecanismo jamás conocido, ese mecanismo que nos permite hacer de nosotros unos verdaderos y auténticos triunfadores y unos verdaderos seres humanos naturales y espirituales en todos los aspectos de nuestra vida; o por el contrario, nos puede convertir en unas personas sin grandes aspiraciones, lo cual nos conducirá a ser conformistas, y que sin duda nos mantendrán más que a muchos en el filo de lo bueno y de lo malo, o peor aún, puede convertirnos en unas personas carentes de todos los valores humanos naturales y espirituales, es decir, valores morales, familiares, sociales, éticos, religiosos, afectivos, etc. convirtiéndonos en unas personas negativas y egoístas que solo pensamos en nosotros mismos como merecedores de todo lo bueno, y no como los verdaderos responsables de lo negativo que nos pasa, y esto se da por nuestro descuido e ignorancia espiritual con respecto a ese maravilloso mecanismo que es el cerebro. Así es, nuestro cerebro es tal vez la parte más importante de nuestro organismo, ya que nuestro cuerpo responde a todas y cada una de las órdenes emitidas por él, de tal manera que no es posible hacer nada bueno o malo si nuestro cerebro no nos trasmite la orden de hacerlo, ya que nuestro cerebro es el receptor del cual nuestra mente en el alma se vale para transmitir todo lo que ésta disponga de acuerdo a su condición tradicional y materialista, por lo consiguiente, nos da la capacidad de pensar, de razonar, de analizar, de definir y de realizar cualquier cosa buena o mala, dependiendo de lo que dicte nuestra conciencia natural, esa que nos dice del bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar pero sin tomar muy en serio el poco o mucho sentido o conocimiento que creemos tener de Dios.

 

Fotogalería: "Escucha Hermano, Hermana"