"Escucha Hermano, Hermana"

02.06.2013 18:40

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Etiqueta 29

Por supuesto que el buscar para tratar de obtener esa información no nos resulta nada fácil porque ni siquiera nos damos cuenta de lo que estamos buscando, y es muy probable que esas primeras informaciones que recabemos no sean las mas adecuadas, sin embargo, estas informaciones primeras nos van dando cierta luminosidad en nuestras mentes que hace que tengamos esperanza en nuestro futuro puesto que vamos encontrando valores, que tal vez sin notarlo, nos van guiando hacia ese objetivo de descifrar el tremendo enigma del porqué de nuestra existencia, con paso lento pero seguro, que nos va adentrando poco a poco, de acuerdo al conocimiento que vamos adquiriendo en el tratar de entender todo lo que nos pasa para seguir en la búsqueda de ese camino a encontrar aquí en el mundo que nos vio nacer e ir adquiriendo valores que nos vayan ubicando en las demás áreas de nuestra existencia, es decir: ir tomando de esos valores, ciertos conocimientos de lo que es nuestra alma y nuestro espíritu para irnos acercando poco a poco al verdadero motivo y razón de nuestra existencia.
Después, a base de tropiezos y largas horas de insomnio que recayeron sobre nuestros padres, vienen los años de nuestra joven adultez, en los que empezamos a tratar de poner en práctica todos los conocimientos adquiridos a través de nuestros padres, de nuestros maestros, de todos los libros que estudiamos de cualquier índole, y por supuesto, de la convivencia diaria con nuestros familiares, amigos y conocidos en la escuela, en el trabajo, o en los ambientes de cualquier tipo que acostumbramos frecuentar, y al comentar con todos ellos acerca de todo lo aprendido, positivo y negativo, y ponerlos a su consideración, discutimos por motivos de nuestra poca experiencia y a nuestra muy particular forma de ver las cosas, para tratar de imponer nuestros conceptos, aumentados o disminuidos por nuestra libre forma de pensar para que estos sean los que tengan validez, porque nuestros poco expertos y humanos razonamientos parecieran ser los más correctos, por lo que, por esta forma de querer imponer nuestros razonamientos, volvemos a entrar en conflicto con algunas de las personas que tienen un punto de vista diferente al nuestro, y que por supuesto, piensan de manera distinta a como nosotros razonamos las cosas sobre las enseñanzas recibidas, pero que gracias a esas discrepancias, muchos somos movidos a esforzarnos en reflexionar sobre ello aprovechando nuestras experiencias para fortalecer y reforzar nuestros conceptos, o por el contrario, estar en las condiciones adecuadas, a través de esas experiencias, para cambiar muchos conceptos que en su momento fueron válidos, pero que sin embargo nos vamos viendo en la imperiosa necesidad de irlos modificando para adaptarlos a los nuevos tiempos por venir en nuestras vidas.
Esos nuevos tiempos nos traen más conocimiento, pero ahora vienen acompañados con algo de sabiduría porque ahora ya tuvimos la oportunidad de vivir muchas experiencias propias que nos colocan en este punto, ya que la adultez, madura después de pasar por todo lo anterior, proporcionándonos un poco después y en forma paulatina, los medios y los fundamentos necesarios, para que en estos nuevos tiempos que empezamos a vivir, nos empiecen a encaminar por el sendero adecuado que nos deberá conducir al conocimiento real del por qué de nuestra existencia y encontrar la forma ideal para tener una realización personal plena.
La finalidad de todo lo anterior, es recordar el gozo, o el daño poco o mucho que se nos causó o causamos de palabra, obra u omisión con quienes convivimos en cada etapa de nuestra vida, y que por esa poderosa razón, es que nuestra forma de ser, de actuar y de vivir, es como es, pero si nosotros queremos cambiar positivamente y ubicarnos en el orden que Dios nos manifiesta en la Palabra de Jesús, deberemos disponernos a perdonar sinceramente a todo el que nos causó daño de cualquier forma y manera, y sobre todo, arrepentirnos y pedir perdón por todo el daño que consciente o inconsciente causamos a nuestros semejantes, y así, comenzar una nueva vida.
Esa nueva vida deberá gestarse en nuestro jardín del alma, ese lugar en donde se encuentra sembrada la fe de Dios por medio de su Hijo Jesucristo. Ese jardín del alma se encuentra en el cerebro en cuyos surcos ha sido depositada la semilla de la fe de Dios que él dispuso en la mente de todo ser humano, para que todo el que así lo quiera, se decida a regarla, abonarla, cultivarla y cuidarla con amor, esmero y dedicación a través del estudio y la meditación de su Palabra contenida en el Nuevo Testamento, para que esa semilla de la fe de Dios en su Hijo Unigénito vaya creciendo poco a poco hasta convertirse en lo que ya es, la vid productora del Fruto del Espíritu, y será entonces, que por decisión propia, podremos ser injertados en esa vid para formar parte integral de ella para que podamos ser compartidos por el dueño de la viña produciendo ese exquisito fruto en forma cada vez más abundante.

 

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