"Escucha Hermano, Hermana"

02.06.2013 15:47

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Reflexionemos un poco sobre la identidad de Dios conforme a las Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento para reconocer el camino recto al Reino de Dios según su Palabra dada a Jesucristo su Hijo, para no tomar otros senderos que nos van desviando a cada momento del verdadero camino a la verdad y a la vida que en Jesús es.
Dios en su esencia, sustancia y eternidad no tiene principio ni tiene fin.
Dios es Omnipotente, Omnisciente y Omnipresente, el Alfa y el Omega, principio y fin de todas las cosas visibles e invisibles.
Dios es el Altísimo porque no hay nada ni nadie mayor que él.
Dios es el ser sin pasado ni futuro, Él está siempre presente en toda su creación.
Dios se constituyó a si mismo en una Trinidad Santa y Perfecta, pues su Palabra dice:
En el principio era el Verbo. (El Padre)
El Verbo era con Dios. (El Hijo)
Y el Verbo era Dios. (El Espíritu Santo)
Y Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. (Cuerpo, Alma y Espíritu)
Dios es el Yo-Soy verdadero, quien permanece por siempre a través de toda su creación y habitando en cada uno de sus hijos obedientes, por lo consiguiente Dios está siempre en todas las cosas visibles e invisibles.
Dios es quien le otorgó la vida al hombre a su imagen y semejanza para que viviera a plenitud bajo su santa cobertura y disfrutara de todo lo que dispuso para él y no tuviera necesidades de ninguna especie, y por tal razón, Dios lo formó de cuerpo, alma y espíritu en total comunión con él en su imagen y semejanza, pues dijo:
"Hagamos, al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que mande a los peces del mar, y a las aves del cielo, a las bestias, a las fieras salvajes y a los reptiles que se arrastran por el suelo. Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Macho y hembra los creó."
Dios los bendijo diciéndoles: "Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla. Manden a los peces del mar, a las aves del cielo y a cuanto animal viva en la tierra."
Génesis 1: 26 al 28
El segundo relato de la creación dice:
"Entonces Jehová formó al hombre con polvo de la tierra, y sopló en sus narices aliento de vida, y existió el hombre con aliento y vida."
Génesis. 2: 7)
¿Tierra: Cuerpo? ¿Alma: aliento? Y, ¿Espíritu: vida?
"Luego Jehová plantó un jardín en un lugar del Oriente llamado Edén; allí colocó al hombre que había formado. Jehová hizo brotar del suelo toda clase de árboles agradables a la vista y buenos para comer. Y puso en medio el árbol de la Vida y el de la Ciencia del bien y del mal."
Génesis. 2: 7 al 9 )
“Jehová tomó, pues, al hombre, y lo puso en el Jardín del Edén para que lo cuidara y cultivara. Y Dios le dio esta orden al hombre: "Puedes comer de cualquier árbol que haya en el jardín, menos del árbol de la Ciencia del bien y del mal; porque el día que comas de él, morirás sin remedio"
Después dijo Jehová. "No es bueno que el hombre esté solo, Haré, pues, un ser semejante a él para que lo ayude."
Gen: 2: 15 al 18).
"Jehová entonces formó de la tierra todos los animales del campo y todas las aves del cielo, y los llevó ante el hombre para que les pusiera nombre. Y cada ser viviente había de llamarse como el hombre lo había llamado. El hombre puso nombre a todos los animales, a las aves del cielo y a las fieras salvajes. Pero no se encontró en ellos a un ser semejante a él para que lo ayudara.
Entonces Jehová hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Y le sacó una de sus costillas, tapando el hueco con carne. De la costilla que Jehová había sacado al hombre, formó a una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces el hombre exclamó: Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada varona porque del varón ha sido tomada.
Por eso el hombre deja a sus padres para unirse a una mujer, y son los dos una sola carne. Los dos estaban desnudos, hombre y mujer, pero no por eso se avergonzaban."
Gen: 2: 19 al 25
Todo lo que el Génesis nos habla de la creación del ser humano, (hombre y mujer,) nos da una visión de cómo éste vivía en perfecta armonía con Dios, sin embargo fueron separados de esa santa cobertura al ser tentada la mujer a desobedecer el mandato de Dios de no comer del fruto del árbol prohibido, convidándole a Adán de ese fruto, desobedeciendo él también de esa manera ese divino mandato.

 

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